José Calderón Gaztelu nació  en Pamplona el 31 de mayo de 1904 en una familia de tradición militar, su padre era coronel de Caballería y sus hermanos, militares. José ingresó en 1922 en la Academia Militar de Ingenieros de Guadalajara. Terminados sus estudios académicos, en 1926, fue promovido a teniente y destinado al Regimiento de Zapadores Minadores número 1, en el que permaneció hasta 1928 en que realizó el curso de Observador de Aeroplano. A su finalización pasó destinado al Grupo 21 de la 1ª Escuadra, en el Aeródromo de Cuatro Vientos.

Un año más tarde realizó en Alcantarilla, Murcia, el Curso de Piloto y ya como tal fue destinado al Grupo de Breguet XIX en el Aeródromo de Recajo, Logroño. Ascendió a Capitán en 1934 y tomó parte en las operaciones para reducir a los revolucionarios de Asturias en octubre de 1934. En este destino se encontraba al producirse el alzamiento de julio de 1936. Comprometido con los nacionales actuó intensamente, acudiendo a los frentes más activos; Guipúzcoa, Vizcaya Somosierra y el Alto del León. De su valor sereno dio pruebas el 10 de agosto de 1936 cuando, pilotando un trimotor Fokker FV-IIB, con la misión de bombardear el Aeródromo de Lamiaco en Bilbao, fue interceptado por un caza enemigo (Bristol “Bulldog”), lo que no impidió que realizara el bombardeo a pesar de la menor velocidad y escaso armamento que tenía, comparado con el caza.

En febrero de 1937 se dio la primera gran batalla en campo abierto de la guerra de España, la llamada Batalla del Jarama. Se enfrentaron más de 50.000 hombres del bando republicano contra 40.000 mandados por el General Mola. Hasta el día 12, seis días después de iniciada la ofensiva nacional, no pudo actuar la aviación por la mala meteorología existente en la zona. En la noche del día 15, después de dos días en que la caza republicana había impedido el bombardeo de sus posiciones por la Aviación Nacional, el capitán Calderón, que accidentalmente mandaba el Grupo 2-G-22, despegó a la cabeza de la formación de Junkers Ju-52, escoltada por escasa fuerza de la Aviación Legionaria Italiana con CR-32, que se retiró al llegar a la línea de contacto del frente. Este abandono no arredró a Calderón que continuó su marcha hacia los objetivos asignados, bombardeando con precisión el primero de ellos bajo un fuego infernal y, al dirigirse a atacar el segundo, su avión, atacado por varios Chatos I-15, resultó incendiado y derribado, pereciendo el capitán Calderón entre sus restos.

En 1939 se abrió expediente de juicio contradictorio para la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando al capitán Calderón. Nueve años tardarían en resolver el expediente pues el heroico acto del capitán no se ajustaba a un determinado artículo del anacrónico Reglamento de la Orden, que exigía regresar con el avión indemne. Finalmente prevaleció el espíritu más que la letra del Reglamento y le fue concedida al comandante Calderón la mencionada Cruz, con fecha 14 de enero de 1948.