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Nació en Caparroso (Navarra) el 30 de junio de 1.901. De familia humilde, desde pequeño mostró afición a la maquinaria. Trabajó en su pueblo natal en casa Bozal, en los Talleres de Múgica y Arellano y Cía de Pamplona y arreglando maquinaria agrícola por los pueblos. A los 19 años entró como mecánico en la Azucarera de Marcilla. Hasta entonces sólo había podido acudir a la escuela nacional nocturna después de las horas de trabajo pero, despedido de la fábrica, fue a estudiar perito mecánico a la Academia de Cervera de Valencia, y se colocó en una compañía de transportes marítimos de Las Palmas. En 1.923 le tocaba ir al servicio militar, pero dado que su hermano Tomás lo realizaba en África, y que eran huérfanos, no fue llamado a filas hasta el año siguiente. Era mecánico ajustador y, al hacer el servicio militar en el Regimiento de Artillería Ligera nº 11 de Burgos, solicitó efectuar el Curso de Mecánico de Aviación que se había convocado en Cuatro Vientos. Al terminar dicho curso, finales de 1924, fue destinado al Aeródromo de Los Alcázares (Cartagena, Murcia), a la Escuela de Tiro y Bombardeo. Las necesidades de la guerra precisaban personal especialista, por lo que muy pronto fue destinado a la base de hidroaviones de El Atalayón (Mar Chica, Melilla) donde conoció, voló y trabó amistad con el capitán Ramón Franco.

Cuando se planeaba el vuelo del Plus Ultra a Buenos Aires, Franco eligió a Rada como mecánico del Dornier Wal con el que iba a realizar el viaje. La compenetración entre piloto y mecánico fue máxima, como muestra el hecho que en su despegue de prueba en Río de Janeiro, en el histórico vuelo, cuando se produjo un incendio en una tubería de gasolina, Rada, valientemente, se despojó de su ropa y con ella apagó el incendio. En todas las ciudades en las que paró el “Plus Ultra”, el agasajo a los tripulantes superó todo lo esperado y Rada tuvo tal éxito que el propio Franco tuvo que buscarlo entre sus admiradoras. Al ser regalado el avión Plus Ultra a la Argentina, los otros tripulantes regresaron a España en barco, mientras que Rada tuvo que quedarse para preparar el hidro para la entrega. La extraordinaria campaña de prensa, organizada con motivo del éxito del vuelo, dio lugar a que a su regreso a España recibiera, junto al resto de tripulantes, agasajos y homenajes. Su simpatía, su leyenda y su buen hacer, hizo que entre el elemento femenino fuera el personaje más popular de la tripulación.

Pamplona lo nombró hijo adoptivo en 1926, su ciudad natal lo designó hijo predilecto y puso nombre a una calle y, mediante suscripción popular, se le compró la casa en la que había nacido. Tras el fracasado intento de vuelta al mundo en el “Numancia”. Para reparar la vía de agua que sufrió el Numancia, Rada permaneció tanto tiempo en el agua que contrajo una pulmonía de la que nunca se recuperó del todo.

En 1928, Rada se licenció. Tenía dinero y se dedicó a la mecánica. También se hizo piloto civil en Getafe, en enero de 1930. En diciembre de 1930 participó como paisano, con el comandante Franco, en la sublevación de Cuatro Vientos, exiliándose con éste a París.

Al proclamarse la República en 1931 vuela a España y solicita su ingreso en la Aviación Militar, como piloto de complemento. Al no serle concedido se dedica a la política; afecto a las izquierdas, aunque parece que con poco acierto o suerte. Durante la guerra, como Oficial, residió durante bastante tiempo en Francia, realizando misiones a favor de la República. Al finalizar la guerra emigró con sus hermanos a Venezuela. Después de 30 años de exilio y tras varias intervenciones quirúrgicas, en 1969, gravemente enfermo, regresó a España el 17 de Febrero, como comandante Honorífico y es ingresado en el Sanatorio Naval de Los Molinos (Guadarrama, Madrid), donde fallece el 18 mayo de ese año.