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Manuel Barreiro Álvarez, Capitán de Ingenieros, piloto de entre los pioneros de la Aviación Militar Española, fue el primero de los Caballeros Laureados de San Fernando de la naciente Arma, que se convirtió más tarde en el Ejército del Aire.

Estudió el bachillerato en Vigo, a los die­ciocho años ingresó en la Academia Militar de Ingenieros en la que cursó los correspondientes estudios, siendo promovido a primer teniente en 1905, tenien­do su primer destino en el Regimiento Mixto de Zapadores, en Valladolid, donde únicamente permaneció un año, ya que en 1906 pasó voluntariamente a la com­pañía de Zapadores de Mallorca, haciéndose cargo de la red telefónica de la isla. En 1911 ascendió Barreiro a capitán, y de nuevo fue destinado a Vallado­lid en donde, lo mismo que la vez anterior, solamente sirvió un año, y volvió a Mallorca a mandar la compañía de Telégrafos de aquella Comandancia.

Atraído por la naciente actividad aeronáutica, solicitó realizar el curso de piloto de aeroplano, y en abril de 1913 fue llamado a la Escuela de Aerosta­ción de Guadalajara en la que realizó ascensiones y prácticas en globo cauti­vo y libre, pasando más tarde al aeródromo de Cuatro Vientos, incorporándose el capi­tán Barreiro al curso de piloto de aeroplano, realizando las prácticas y vuelos necesarios, y llevando a cabo su primer viaje como piloto, en un biplano Maurice Farman MF-7, desde Alcalá de Henares a Cuatro Vientos. Unos días más tarde, el 6 de octubre, recibió el título de observador de aeroplano, con el número cuadragésimo séptimo, y el de piloto militar de segunda categoría.

A finales de aquel octubre de 1913, formando parte de la escuadrilla de aeroplanos, que mandada por el capitán Kindelán, sería la primera en el mundo que realiza acciones ofensivas de guerra formando parte de una unidad operativa completa, marchó a Marruecos. La escuadrilla inició su bélica aventura el 3 de noviembre.

El capitán Barreiro, desde el campo de Aviación de Sania Ramel, instala­do junto al campamento de Adir, cerca de la desembocadura del río Martín, realizó en los primeros dieciocho días del mes, numerosos vuelos como obser­vador y como piloto, con un tiempo de 11 horas y 31 minutos, siempre sobre territorio insumiso, hostilizado por el enemigo. El 19 de noviembre tuvo lugar el bautismo de sangre de la escuadrilla. Habían despegado del aeródromo cua­tro aparatos para realizar misiones de reconocimiento en otros tantos sectores; el Maurice Farman MF-7 nº1, pilotado por el teniente Ríos, se dirigió a Alucien. Al sobrevolar la ladera occidental del monte Cónico, hubo de descender el Farman, por querer Barreiro identificar algo que había visto moviéndose entre la gaba; Ríos siguió las indicaciones de su observador, y en aquel momento, las guardias yebalíes, siempre atentas y situadas en cota más alta que el biplano, hicieron varias descargas sobre él. Los certeros tiradores del Raisuni no perdieron sus disparos, alcanzando varios de ellos al aparato, y tres a los aviadores que resultaron gravemente heridos.

Barreiro y Ríos, sobreponiéndose al dolor que sus heridas les producían, continuaron el vuelo, dándose ánimos mutuamente, llevando Ríos el Farman hacia el campo español, aterrizando junto a la posición principal, a poca distancia del poblado enemigo de Zuitín, luego de dar varias vueltas sobre el campamento, buscando un lugar despejado donde posar el aparato sin causar desperfectos, haciéndolo finalmente con gran seguridad, sin que el biplano, las tropas, ganado y material, sufrieran el menor daño.

Los aviadores fueron extraídos del aparato en estado grave y trasladados a la Península para continuar su recuperación en el Hospital Militar de la capital de España. Un telegrama del Rey ascendía el día 20 a ambos al empleo inmediato, y unos días después se abrió el expediente del juicio contradictorio para la con­cesión de la Cruz Laureada de San Fernando a los dos oficiales.

Nunca se recuperó Barreiro, totalmente, de su grave herida, y al quedar inútil para el servicio, ingresó en el Cuerpo General de Inválidos en el que en 1920, ascendió a teniente coronel. En septiembre de 1921, le fue concedida la Cruz Laureada de San Fernando al teniente coronel Barreiro. En un acto celebrado en Vigo, en el par­que de Bellavista del Colegio del Apóstol Santiago en el que había cursado el bachillerato, le fue solemnemente impuesta la preciada Cruz, por el general Salgado, Gobernador Militar de la plaza.

Coronel en 1928, y general de brigada en 1931, fue ascendido a general de división en 1934, al pasar a la situación de reserva. En el verano de 1936, el general Barreiro cuya salud había sido precaria desde la herida de 1913, se encontraba internado en el sanatorio de Guadarra­ma desde donde se trasladó a Madrid, refugiándose en una Embajada, a través de la cual pudo pasar a Francia, entrando desde allí en la zona nacional donde ofreció sus servicios y fijó su residencia en la Bayona natal.

El Caballero Laureado de San Fernando, general de división don Manuel Barreiro Álvarez, falleció a los cincuenta y nueve años de edad, el 13 de julio de 1940.